-Siéntate. Vaya idea: te meas en la piscina, destrozas el laboratorio, te escapas, haces cosas malas en las habitaciones...
-¿Cómo sabe que...?
-Y ahora acudes a una entrevista que, bueno... Me fascina que te molestes en hacerlo. Pero soy un hombre justo, así que, por lo tanto, ¿por qué no me convences de que mereces estudiar en esta universidad? Crees que eres muy original, he conocido a un millón de chicos como tú: sí, no muy inteligentes, de clase media, pueden leer un libro de Kauf o de Kafka, pero no hay nada de sustancia: una mezcla de sexualidad inmadura y mal encauzada y rabia arrogante y además impotente. Bueno, ¿qué tienes para mi? [...] ¡Suéltame ahora mismo...!
-No tienes ni idea de quien soy yo, mojigato de mierda. Si jugamos a las adivinanzas, resuelve esta, por favor: un profesor de mediana edad, divorciado y solitario, que vive solo e intenta echar un polvo...
-La estás cagando pero bien...
-...que intenta echar un polvo con los estudiantes de primero. Entre sus juegos está la intimidación y también la masturbación. Te creíste en el paraíso al llegar aquí, ¿verdad? Tu propia oficina y todos los estudiantes para comértelos.
-¡Suéltame ahora mismo!
-Brío. Significa espíritu, coraje, pasión, cólera. Este soy yo.
-¿Quién coño te crees que eres?
-Soy tu pesadilla. Soy tú, pero antes de que murieses. Y no quiero acabar como tú. Bueno, respondiendo a tu pregunta, debiste aceptarme. Sin duda habría sido el mejor.
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