Por ello, alguna vez, cuando voy en avión y presiento que alguien vuela por primera vez no le quito ojo de encima. Se nota que disfruta tanto: sentir el despegue, la rutina del vuelo a 11.000 metros y el pánico del aterrizaje. Intento que me inunde su pasión, sus miedos, su primera vez.
Sí, lo reconozco, soy un poco vampiro de emociones primarias.Albert Espinosa, Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo.
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