Lo esencial es invisible a los ojos.

viernes, 4 de febrero de 2011

No tuve la menor duda de que su infierno era el paraíso.

Yo veo lo que nadie ve, dijo él semanas después, con los ojos cerrados sobre la cama sin mantas. ¿Y qué ves?, le pregunté. Le miré a los ojos. Un hombre que se encontraba más a gusto entre ruinas que entre cimientos, cuyos momentos más felices solían coincidir con sus mayores errores, que un día se despertó en la cama junto al hombre que odiaba, y que se sentía cómodo en el rencor bien administrado.
Que empezaré a quererte cuando tú me odies, dijo.

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