Lo esencial es invisible a los ojos.

lunes, 1 de agosto de 2011

A veces tengo la sensación de que ella es lo único que me queda. Lo único que me ata a esta realidad absurda, la mano que me sostiene y se asegura de que al menos permanezca en el borde del precipicio. Es eso en lo que me mezo, en lo que nado ciega e irracional, numerosas veces demente, la oscuridad absoluta que me rodea, se semeja al fin de una inmensa y gran montaña. Y yo me limito a jugar en el límite, alzando un pie que flota inerte sobre la nada, y sonrío, porque ya carezco de otra opción que no sea la de sonreir. Y es eso, ella. Mi persona, mi otra mitad, la que se encarga de que no decida saltar y desaparecer entre la niebla.
Para ser sincera me encantaría poder hablarle abiertamente de lo que me sucede. Por varios motivos, variados, donde el que más pesa es que ha empezado a creer que entre nosotras quizás no exista la confianza suficiente. Y se equivoca, claro que lo hace.. Después de tantos años, si hay algo de lo que estoy completamente convencida, es de que ella es la única en quien realidad confío, porque jamás me ha judgado, y ha permanecido a mi lado incluso cuando el resto del mundo le aconsejaba que diera un paso hacia atrás. Así que tras mucho meditarlo he llegado a la conclusión de que lo único que no comprende es el pánico que me invade. Cada vez que intento colocarme en situación, cada vez que mentalmente ensayo mis palabras, imagino su rostro convirtiéndose en una mueca de desagrado a medida que avanza mi discurso, y en mi cabeza resuenan sus balbuceos, desconcertantes, tratando de confeccionar una respuesta coherente que explique por qué desea que me vaya, que me aleje para no contagiarla a ella también.

Y es comprensible, al menos a mis ojos. Porque ya no funciono. Ya no coordino. Ya no soy capaz de identificar qué es real, y qué producto de mi mente retorcida.
Si hace un par de meses todavía veía la luz, ahora solo hablan mis demonios..

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