Lo esencial es invisible a los ojos.

lunes, 19 de abril de 2010

Mamá. Lo recuerdo en la cocina. "Mezclar la miel dentro de la olla, remover, remover más y de vez en cuando probar.." Se llevaba apenas la punta de una larga cuchara de madera para concentrarse mejor en el sabor. "Falta un poco más de azúcar. ¿Tú qué dices?" Y me invitaba así a formar parte del juego, a probar con la cuchara de madera. Y yo asentía. Siempre de acuerdo con ella, con mamá. Mi madre. Entonces, ella canturreaba: " Y la píldora baja, la píldora baja" Abría la tapa roja del bote de azúcar y, con un movimiento preciso de la muñeca, dejaba resbalar un poco en la olla. Lo necesario, al menos en su opinión. Después volvía a cerrar la tapa del bote, lo dejaba en su sitio, se limpiaba las manos en el delantal de flores y venía a mi lado a ver cómo estaba: " Si acabas pronto de estudiar, te doy un morselleto más que a Paolo..., al fin y al cabo, él no se va a enterar". Y nos reíamos juntos y ella me besaba en la nuca mientras yo me encogía de hombros, agarrotado por el escalofrío..
¡Qué pesadez! Que difícil es olvidar las cosas bonitas.



Federico Moccia, Tengo ganas de ti.

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