Lo esencial es invisible a los ojos.

martes, 3 de mayo de 2011

永遠に.

" Durante una temporada centré mi vida en huir de tu recuerdo. Escapé de nuestra ciudad, dejé a nuestros amigos. Intenté alejar de mi todo lo que alguna vez compartimos. Bien es verdad que habíamos acabado siendo poco más que unos extraños pero, aun así, no estaba preparada para un final tan definitivo, para un adiós tan arrollador. Cuando me golpeó tu ausencia en la cara ni siquiera fui capaz de llorar. Pasaron meses hasta que una sola lágrima consiguió rodar por mis mejillas, y es que me habías dejado anestesiada, dormida; el mundo para mi había dejado de girar y solo me quedaba esperar, desesperada, a que las manecillas siguieran su curso. Sabía que solo así podría borrar de mi cuerpo el dolor que habían dejado tus ausencias.
Intenté recomponer los fragmentos deshechos de una vida que sabía que era prestada y hacerlos algo más confortables, menos fríos. Finalmente, me quedé en París. Me conoces y sabes que no soy de esas que fantasean con Torres Eiffeles iluminadas y croisants llenos de amor pero supongo, -y solo supongo-, que fue ese aire desgastado de la ciudad lo que me ancló a calles que habían vivido mucho, muchísimo más que yo. Conseguí un pequeño ático en el centro y me matriculé en Bellas Artes ya que necesitaba un permiso de estudiante para permanecer en el país. Fue un ejercicio para una de las asignaturas lo que me llevó precisamente a recorrer aquel enorme cementerio del Montmatre, el barrio bohemio por excelencia. Sonreí, melancólica, pensando que me adentraba en el reino de la Muerte, como hiciste tú antes que yo. Y es que, hermano, siempre fuiste el primero de los dos.
Comencé a llenar la hoja en blanco de trazos que simulaban sombras sin ser capaz de ponerle demasiado empeño. Entonces me fijé en un pequeño rosal que crecía justo en medio de uno de aquellos pasillos entre panteones. El tallo se retorcía, aferrándose a una roca descolocada y un par de capullos tiernos parecían querer transmitir algo de color a aquellos dominios tan grises que sabían a lluvia y a tormentas olvidadas. No se si fue el color rosa, o simplemente el hecho de que esa pequeña flor intentara tomar un lugar tal baldío, donde la vida estaba casi prohibida.
Entonces, por un instante, pude verte. Ahí, a mi lado.Tu ropa de artista del rock, tu pelo teñido siempre de ese color tan chillón. Tus ganas de que te miraran, de influir en las personas, de enternecerlos hasta el llanto o compartir un poco de esa euforia que te recorría en el clímax de cada canción. Nos vi de pequeños compartiendo lápices de colores, nos vi de adolescentes contándonos toda clase de secretos, protegiéndonos. Nos vi en tu primer concierto. Nos vi siendo desgraciados, nos vi siendo felices, nos vi siendo lo que siempre habíamos querido ser. Vi también como nos distanciamos y me tembló el corazón. Se me escapó un suspiro. sentí tu aliento en mi nuca y tu mano en mi hombro. Estabas conmigo.
Pero, de golpe, apareció uno de esos barrenderos, miró el pequeño rosal y decidió que no estaba en su sitio. Lo arrancó de un tirón, sin previo aviso, sin disculparse. Sin ningún cuidado lo metió en la bolsa de basura que cargaba y continuó su trabajo.La realidad me golpeó tan fuerte que casi me caigo de espaldas. Y es que nada había cambiado; seguía en París, viviendo una vida prestada. Y tú, hermanito, te habías suicidado hacía más de seis meses. No ibas a volver. Nada volvería a ser igual. Nunca. "



Un precioso relato de http://www.bipolarizandome.blogspot.com/ que en estas fechas cobra un significado muy especial para mi..


Rest in peace.
松本 秀人 (Matsumoto Hideto) 13.12.1964 – 02.05.1998

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